No hace mucho veía en las tantas jornadas cinéfilas en casa -producto de la pandemia y del amor al tercer arte- la vida de Nelson Mandela. Era episodios de él en diferentes edades, vistos por los ojos de directores en torno a su importancia en su país y los fundamentos de transformación a base del perdón.
Me entusiasmé y empecé a buscar documentos y noticias en medios a favor y en contra cuando fue presidente de Sudáfrica entre 94-99.
Pero su vida no fue gloria, más bien humillación de otros que se sentían superiores por color o raza. 27 años en la cárcel, primero en la Isla Robben y después en las prisiones de Pollsmoor y de Víctor Verster. Su sentencia: acusado de conspiración para derrocar al gobierno.
Algo ocurrió para que este abogado y pensador del siglo XX transformase su sociedad en una con mayor igualdad. No fue su ira, porque la cambió por esperanza o en un dolor que lo movía. No fue la sed de venganza, porque de ella valoró el perdón y el futuro, no de él sino de los suyos.
Una de sus frases más celebres fue: “Si quieres hacer la paz con un enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces se convierte en tu compañero”. Esa idea es una que práctico en cada acción en mi labor como periodista.
La sociedad vista como Mandela (a modo de interpretación) habla de diferencias, similitudes, pero de un trabajo agrupado en donde cada actriz o actor juega un rol en ella. Pese a eso aún hay muchos que se consideran más importantes que otros.
Como periodistas de El Loa, vivimos una situación que deslegitima la labor y misión de informar. Una médico al solicitar una entrevista me señaló: “yo no vengo a jugar, vengo a trabajar”. Esas palabras que luego se repitieron en un funcionario de Carabineros con otro colega y que se suman a otras visiones por parte de actores sociales, políticos o vecino que hablan de nuestra labor sin conocerla en profundidad y minimizando su importancia y poniendo a todos y todas en un mismo saco.
Creo que discriminar una profesión u oficio, o insultar al otro por sentirse superior a alguien es un tema que debemos transformar como sociedad. Yo me he equivocado una y mil veces y aún sigo aprendiendo sobre la empatía o resiliencia, ver al otro no sólo en sus defectos. Quizás eso no enseñó Mandela: pese a tu dolor a causa de otros, también existe un dolor causado por ti a ellos. La crítica debe estar antecedida de una autocritica.
Vivimos en un mundo de mucho totalitarismo en ideas “Toda la prensa miente”, “Toda la salud pública es mala”, “Todas las instituciones son ladronas” o “Todos los extranjeros vienen a robar”. Frases escuchadas en muchas redes sociales y que, en su concepto e idea, nada aportan y mucho ensucian el estereotipo que los demás tienen sobre unos y otros.
El respeto a la persona, incluso al que piense distinto a ti, es una estrategia que no debemos perder en una sociedad que se polariza cada día más.
Por: Javier Cuevas del Prado, secretario Colegio de Periodistas El Loa