Encontrar una definición de vida, no es fácil, dado que existen diversas ópticas, principios y valores, como filosóficos, científicos y religiosos. Pero hay una definición que podría englobar dicho concepto que señala: “la vida, es la actividad que realiza un ser orgánico o más precisamente a su capacidad de nacer, desarrollarse, reproducirse y luego fallecer”.
El inicio de este caminar terrenal comienza en el momento de dejar el vientre materno donde todo es silencio y de una profunda tranquilidad, para dar paso a la luz exterior y al bullicio ciudadano.
Esta etapa va guardando en nuestro cerebro y corazón aquellos momentos hermosos llenos de emoción y felicidad, y otros de dolor y sufrimiento.
Ese es el mismo sufrimiento que hoy nos tiene prisioneros por el SARS-CoV-2, el que ha arrebatado la vida de miles de personas en el mundo entero y a millones contagiados.
Muchos de los fallecidos terminaron abruptamente su vida, dejando sueños y proyectos para ellos y su familia. Y son estas familias precisamente las que han sufrido la ausencia de un ser querido, arrebatado por este virus, dejando un profundo dolor. Ese mismo dolor lo han llevado hasta dejarlo en un cementerio o un parque en la despedida final, en la más absoluta soledad, sin la presencia de amigos, vecinos para dar el último adiós. Sólo tres personas que le acompañan dejan sus lágrimas. En este lugar donde permanece eternamente el dolor, la pena, el recuerdo y la tristeza, donde se escucha el silencio, la suave brisa del viento que intenta dar un ambiente de frescura, donde los pájaros con su suave trinar pretenden dejar suaves melodías con sus hermosos sonidos, para paliar en parte el dolor y el desgarro del corazón de la familia.
Hoy, lamentablemente podemos decir que parte de los habitantes de las diversas comunidades, han asumido un alto grado de irresponsabilidad, ante esta terrible enfermedad y quizás la disciplina filosófica de Aristóteles, conocida como “ÉTICA”, que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano, pese haber sido escrita el año IV A.C., adquiere nuevamente relevancia.
Esto se aplica a diversas situaciones prácticas como, por ejemplo, una dama que se protegía con una mascarilla, llamó la atención a un grupo de trabajadores que no tenían su respectiva protección, y al solicitarles que usaran la mascarilla, se rieron y uno de ellos se acercó a la mujer tosiendo burdamente en el rostro de la dama. En otros casos han sido sorprendidos preparando un asado o haciendo masivas fiestas en pleno periodo de cuarentena.
La actual generación no olvidará estos difíciles momentos, en donde cada despertar está envuelto de incertidumbre y preocupación.
La pregunta que nos hacemos día a día, ¿Cuándo terminará todo esto? y aún, nadie tiene respuesta. Una antinomia de vida y pandemia que no nos permite obtener una explicación.
Por: Arturo Larraín Ávalos, integrante del TRED Regional El Loa del Colegio de Periodistas de Chile.