A propósito del aniversario 143 de nuestra ciudad, es justo preguntarse si lo versado en nuestro himno de Calama, eso de la “Ciudad heroica, bastión de chilenidad”, penetra nuestra dura piel y logramos entender lo que significa. Si de verdad sentimos esta ciudad como nuestra patria, nuestro hogar. O sólo es un espejismo en el desierto que nos ayuda a alcanzar nuestros propios intereses, muchas veces económicos.
Pongámoslo así. Si usted va a Arica, verá como los habitantes de esa zona atesoran cada centímetro de su fronteriza geografía. Sus niños y niñas cantan el himno a todo pulmón y sus abuelos y abuelas aún añoran la declaración de república independiente.
El “ariqueñismo”, le llaman.
Mismo caso el de Magallanes. También zona extrema, con un alto sentido identitario. Fíjese que hasta un árbol (ciprés) hoy genera mucha identidad. O la bandera de magallanes, que es un sello distintivo.
¿Y qué pasa con Calama?
En los años 50, el psicólogo Henry Tajfel definió las raíces de la “Teoría de Identidad Social”, que no es otra cosa que el grado de pertenencia a un grupo social determinado y como eso nos afecta emocionalmente, ya sea de forma positiva o negativa”.
Este grado de vinculación es el que se extraña en nuestra ciudad. El pertenecer a una zona que genera las riquezas de Chile, aunque muchos en nuestro país no lo sepan o incluso lo desprecian con soltura.
O entender que vivir en el desierto no es para todos.
Y no se trata de edades o situaciones socioeconómicas, se trata de cómo la persona se identifica con el lugar en el que vive. Cómo lo hace suyo y al mismo tiempo se agrupa con otros para decir “esta es mi tierra. Aquí vivo y la voy a cuidar, respetar y llevar su nombre donde quiera que vaya”.
Ese elemento de pertenencia es el que hace la diferencia y nos lleva a extrañar esta zona cuando nos vamos de viaje y nos cambiamos de ciudad o país.
Calama tiene de todo, para ser esa ciudad entrañable que muchos buscan. Y no son elementos físicos, sino que inmateriales. Ese calor que solo se encuentra en esta zona. Ese semblante de esfuerzo y trabajo. El cariño de los padres y los abuelos. Además de la posibilidad de una reflexión profunda, con el desierto de fondo.
Todo eso, y para ser justos con el himno de Calama, nos llevan a pensar que: “Sólo sé que en el regreso está mi felicidad”.
Cristian Bruna Castillo, Colegio de Periodista Provincial El Loa.